¡Qué asco tan rico!

¿Tú sabes lo que siente un nórdico cuando te ve comer una gambita o unos cangrejos? Pues eso mismo es lo que te pasa a ti cuando ves que alguien se zampa unos saltamontes, unas cucarachas o unos gusanos. Es una cuestión cultural, de modo que, endereza el gesto y atrévete con estas dos recetas que te traemos:

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Alitas de pollo agridulces

¿Te dicen que tu comida se recude tres sabores: salado, picante y dulce? ¿Te han amenazado con que, como vuelvas a poner algo frito encina de la mesa, hoy duermes en la bañera? Cada vez que te toca cocinar tu familia acaba llamando al Telechino? No te preocupes: te traigo la solución.

Si quieres cambiar un poco el sabor al que tienes a todos acostumbrados –y del que están ya muy aburridos-, sigue los pasos de esta receta de aitas de pollo agridulces. Ponte el gorro y el delantal, que nos vamos a la cocina.

Alitas de pollo agridulces
Alitas de pollo agridulces

Ingredientes:

Saca de la nevera doce alas de pollo… ¿Por qué doce? Mira, si vas a empezar a preguntarme por todo lo que hagamos, lo dejamos estar, ¿eh? Doce para que toquemos a tres cada uno ¿Contento?

También nos hará falta una zanahoria y 200 gramos de arroz inflado (no: no vale que le soples al arroz que tienes en la bolsa: ya tiene que venir inflado “de serie”). Precisamos también dos cucharadas de salsa de soja, otras dos de miel y un par de naranjas. Ten mano también aceite virgen extra, pimienta, sal y perejil.

Preparación:

Para empezar, arregla las alitas. No es que estén estropeadas, es que hay que quitarles, si les quedan, plumas o tubitos y eliminar la punta del ala. Corta cada una de ellas en tres trozos, Eso es: muy bien.

Ahora, salpimenta las alitas y ponlas en una fuente de horno. Echa por cima el aceite de oliva y ponlas en el horno precalentado a unos 200º. Si quieres que te queden crujientes, usa el gratén. Tarda entre diez y quince minutos.

Aprovecha el tiempo: mientras la carne está en el horno, pon un cazo a fuego lento con un poco de aceite, soja, el zumo de las naranjas y la miel. Déjalo cocer hasta que reduzca un poco que será cuando añadas la zanahoria, pelada y rallada.

En una sartén aparte (quien venga detrás fregando los cacharros se va a mosquear un poquito, si no limpias un poco mientras cocinas), con unas gotitas de aceite pon a tostar el arroz inflado.

Cuando vayas a servirlo, echa la salsa a las alitas  y colócalas sobre el arroz Si quieres “vestir” un poquito más el plato, échale perejil picado por encima.