¿Tú sabes lo que siente un nórdico cuando te ve comer una gambita o unos cangrejos? Pues eso mismo es lo que te pasa a ti cuando ves que alguien se zampa unos saltamontes, unas cucarachas o unos gusanos. Es una cuestión cultural, de modo que, endereza el gesto y atrévete con estas dos recetas que te traemos:
Chapulines fritos
¿Qué podemos pensar de un insecto cuyo nombre proviene del nahuatl y cuya traducción se aproxima a “que bota como una pelota de hule”? Eso mismo: que es una especie de saltamontes de origen mexicano y estadounidense. Se llama chapulín y hoy vamos a comérnoslo.
Ingredientes:
Recupérate de la impresión de la última frase y toma nota de los ingredientes: vas a necesitar unos cuantos chapulines (no te decimos cuántos, eso depende del hambre que tengas), agua, cal –sí, cal: ese mineral blanco con el que se pintan las fachadas en Andalucía)-, aceite de oliva, sal y guindilla ¿Lo tienes todo? Pues procedamos:
Elaboración
Empieza por purgar y lavar los saltamontes. Acto seguido, sumérgelos en agua con cal durante unas cuatro horas. Sácalos y ponlos en agua limpia otra horita más. Enjuágalos bien. Una vez escurridos y secos, fríe los chapulines en aceite con una guindilla hasta que queden bien crujientes.
Recuerda
Chapulines.
Agua.
Cal.
Aceite de oliva.
Sal.
Guindilla.
Conguitos de grillos
Has leído perfectamente: un postre cuyos ingredientes básicos son el chocolate y estos negros ortópteros. Abre los ojos y suaviza el gesto, que tienes que disponer lo que lleva sobre la mesa.
Ingredientes
Dispón unos cuantos grillos y una tableta de chocolate negro, de ese que se funde, el típico de los churros… Eeeese. Vas a necesitar también algo de mantequilla y una mayor o menor cantidad de azúcar según seas más o menos goloso. Seguimos.
Elaboración
Empieza por lavar y purgar los grillos. Una vez limpios, hornéalos a 180º, hasta que estén bien secos y crujientes, pero ten cuidado de que no se quemen. Cuando estén listos, los sacas del horno. Déjalos enfriar, sácales las patas que no hayan perdido y las cabezas (este paso es opcional, aunque mejora mucho la textura).
Ahora, derrite el chocolate a baño maría, añádele una cucharada de mantequilla y échale el azúcar que quieras que lleve el postre. Mézclalo bien. Sumerge los grillos en esta mezcla –usa un tenedor, para no mancharte los dedos- y déjalos enfriarse sobre un papel encerado. Para terminar, mételos a la nevera durante un par de horas.
Recuerda:
Grillos.
Una tableta de chocolate negro (para derretir).
Mantequilla.
Azúcar al gusto.
… Dos platos ricos y crrrrujjjjientitosss…