Acelgas en blanqueta

Las acelgas, al igual que las espinacas (a su vez como el resto de verduras de color verde oscuro) son muy ricas en betacarotenos. Unos componentes que puede que no te suenen mucho, pero que dentro de tu organismo se trasforman en vitaminas A.

Hace poco me entere que estas verduras verde oscuras son grandes aliadas para el hígado. Por lo cual favorecen y son muy recomendables para las personas que padezcan alguna dolencia o alguna clase de infección puntual. Ya que ayudan a depurar y limpiarlo de toxinas.

No os voy a mentir, no conozco a muchas personas que las acelgas les pirren. Pero si es verdad que hay truquitos para que nos resulten más atractivas a la vista y al gusto. Como la receta de hoy, la que le gustara a grandes y pequeños. Espero que os resulte de gran utilidad.

Ingredientes para 4 personas:

1 kg de acelgas

½ l de aceite

2 cucharadas de mantequilla

2 cucharadas de harina

1 cucharadita de nuez moscada

Queso rallado

Sal

Preparación:

Empezamos esta receta limpiando bien las acelgas. El modo más sencillo de hacerlo es poniendo las acelgas debajo del chorro de agua del grifo. Escurrirlas bien y a continuación trocearlas. Una vez cortada las acelgas, es conveniente cocinarlas enseguida, para que no pierdan ninguna de su propiedades.

De tal forma, las coceremos en una olla con agua, sal y un chorrito de aceite. Más o menos lo que sería en su propio jugo.

Mientras que se hace las acelgas, vamos preparando en otro cazo lo que será la salsa que envuelva las acelgas, lo que llamamos blanqueta. Para ello calentaremos este segundo cazo la leche con mantequilla.

Cuando se empiece a mezclar este segundo contenido del cazo, sin dejar de remover una cuchara de madera, espolvoreamos en su interior la harina. Seguimos removiendo sin bajar el ritmo constante. Esto evitara que se formen grumos y la salsa se quede suave. Sazonamos a neutro gusto y le damos un toque con la nuez moscada.

Escurrimos las acelgas, que las teníamos reservada tras su cocción. Retirado el máximo posible de agua, colocamos en una cazuela de barro. Retiramos la salsa del fuego y recubrimos toda la cazuela y las acelgas con esta salsa blanca fina. Terminamos cubriendo todo con una capa de queso rallado.

Para finalizar, metemos la cazuela al horno, lo que conseguirá que el queso se gratine y le dé un toque más cremoso y crujiente. Este tiempo suele ser de 5 minutos. Una vez que este gratinado a nuestro gusto, sacamos la cazuela  y lo servimos a una temperatura moderada.