Antes de comenzar hay que decir dos cosas: esta receta es muy simple de preparar y muy barata. Es una forma distinta y suculenta de preparar las pechugas de pollo y una manera de dar algo de color a un ingrediente tan cotidiano como es el pollo.
La pechuga del pollo puede llegar a ser una de las partes más jascas de este animal a la hora de cocinar, pero gracias a esta forma de prepararlo quedarán extremadamente tiernas y la leche dará un sabor poco usual pero muy rico al guiso.
Esta receta la recomendamos como un plato cotidiano que puedes preparar en tu día a día ya que no requiere de mucho tiempo para realizarse, pero también puedes sorprender con ella a tus invitados en un día de fiesta.
Ingredientes para 4 personas
Dos o tres pechugas de pollo
Medio litro de leche
Una cebolla grandecita
Sal
Pimienta
Aceite (una cucharada)
Harina
Preparación paso a paso
Lo primero que tienes que hacer es filetear las pechugas. También puedes comprarlas directamente hechas filetes, pero yo te recomiendo que si tienes un poco de maña lo hagas tú mismo, ya que los filetes que venden son extremadamente finos. Lo mejor es que tengan un grosor como de un centímetro (un dedo, más o menos) para que la carne quede más jugosita.
Una vez que tenemos sacados los filetes, los salpimentamos y es necesario darles un poco de harina. ¡Ojo! No es un rebozado, es simplemente pasarlos por harina para que la pechuga quede más dorada y espese un poco la salsa.
Vierte en una sartén una cucharadita de aceite. Cuando esté caliente pon los filetes de pechuga y márcalos; es decir, dales una vuelta rápida para que se hagan un poquito por fuera y se doren un poquito. Sácalos de la sartén y resérvalos.
La salsa
Pica la cebolla en tiras delgadas y sofríela a fuego lento hasta que quede bien pochada. Ponle un poco de sal y de pimienta, al gusto. Echa como la mitad de la leche en la sartén y espera a que reduzca un poco.
Una vez que hagas esto, vuelve a poner los filetes de pechuga al fuego junto con la cebolla y agrega el resto de la leche. Ahora, deja que terminen de cocinarse unos 15 minutos a fuego vivo. Y ya solo queda servirlo.
Un truco
En vez de dejar recocer el guiso en la sartén también puedes meterlo al horno y dejar que termine de hacerse en él. Si lo haces así es muy bueno que tapes la fuente con papel de aluminio para que no quede muy seca la parte de arriba.