Ajoblanco, una receta con historia

Hoy traemos una receta que muchos conoceréis de oídas y otras habréis probado, pero quizás no sabéis de su origen. El ajoblanco es una sopa fría que se hizo muy popular en la cocina andaluza y la extremeña. Pudiéndose comer acompañado de uvas o trocitos de melón.

Esta receta podía haber tenido su origen en la gastronomía romana. Sus ingredientes son muy comunes a los que abastecían a la sociedad en la Antigüedad. Lo que explicaría también por qué se ha popularizado en estas zonas de la Península Ibérica, ya que los romanos construyeron sus posiciones más importantes en Extremadura y Andalucía.

Aunque creada en pleno resplandor romano, esta comida siempre se ha considerado un plato humilde. Tanto que sirvió de abastecimiento a las familias durante la Guerra Civil y posterior Pos-Guerra Española. Algo que no eclipsa que sea un plato rico y muy nutritivo.

Siendo platos típicos en fiestas como en Almáchar (Málaga) y Herrera del Duque (Badajoz).

Ingredientes:

150 gr de almendras crudas

3 dientes de ajo

300 g de miga de pan

¼ l de aceite de oliva refinado

Vinagre

Sal

(Estos dos últimos ingredientes variaran según si lo queremos la sopa más flojo o más fuerte)

Preparación:

Remoja la miga de pan con agua y luego ponla en el vaso de la batidora con las almendras, el aceite, vinagre y sal al gusto. Añade un poco de agua y tritúralo todo hasta conseguir una crema fina.

Cuélalo, añádele hielo y mételo en la nevera varias horas para que se ponga bien frio.

Acompañarlo:

Siendo una receta que se toma en tantos lugares, cada sitio tiene sus costumbres para comerlo.

Por ejemplo en Málaga se toma añadiendo pequeños cuadradillos de pan tostado y con uvas de moscatel peladas. Ambas cosas se sirven aparte y lo cierto es que así resulta delicioso.

Si tienes prisa y no te da tiempo de enfriarlo en la nevera, puedes añadirle hielos. Poniendo menos agua al hacerlo. Cuidado con este punto, ya que es muy fácil que por este resultado el plato de quede aguado o, como se dice “como aguachirle”.

Estos son los típicos platos que cuanto más veces se hagan mejoraran especialmente. Dándole cada tú propio gusto personal. Como ya le pasa a platos parecidos, como el gazpacho o salmorejo.

Recuerda que:

No debe quedar muy espeso, para que no resulte muy pesado, pero tampoco muy líquido.

Patatas a la importancia con almejas

Sin duda, si hay un alimento que ha alimentado durante siglos a la humanidad, es la patata. Baratas y contundentes, han sido protagonistas de las mesas cuando el hambre se ha cebado en distintas sociedades. Por lo que siempre se le ha dotado de un carácter vulgar.

Sin embargo, las patatas son mucho más. Capaces de mejorar un plato, ya sea como acompañante o para hacer espesar sus caldos. Son muchos los trucos que la cocina guarda sobre este tubérculo.

Por ello, hoy queremos hacerle un homenaje. Y no se nos ocurre mejor plato para hoy que el que os traemos. Ya que la esta receta pone en su nombre ya todo un título, hablamos de las patatas a la importancia, acompañadas por almejas.

Ingredientes para 6 personas:

1 kilo de patatas

200 gr de almejas

2 huevos

Harina

Modo de preparación:

Comenzaremos lavando las patatas y dejándolas escurrir. Después las pelaremos y cortaremos en rodajas de aproximadamente 1 centímetro de ancho, procurando que sean todas de la mismo tamaño, para que sean iguales.

En un plato echaremos algo de harina y en otro plato batiremos un huevo con algo de sal. La idea  es rebozar las rodajas de patatas en el plato de harina y después las bañaremos en el plato con el huevo batido.

Cogemos una sartén profunda y le echamos el suficiente aceite para conseguir echar las patatas y que se frían. El truco está en echarlas con el fuego muy fuerte y bajarlo hasta que se terminen de hacer. Esto hará que estén crujientes por fuera y tiernas por dentro.  Reservamos en una fuente con algo de papel de cocina, para que se quite el exceso de aceite.

Picamos en finos trozos el diente de ajo (retirándole el tallo interior verde), depositamos en un bol junto a perejil también picado. Cogemos una sartén pequeña y rehogamos con un poco de aceite hasta que cojan color. Retiramos.

En una cazuela incorporamos las patatas y le incorporamos encima el ajo y el perejil. A continuación añadimos medio vaso de vino blanco y agua hasta cubrir las patatas. Corregimos la sal  y dejamos cocer a fuego lento removiendo de vez en cuando. Lo que hará que la célula de la patata se libere de su cobertura y espese la receta.

Cuando creamos que es el momento, añadimos las almejas a este caldo, dejando que se abran solas sobre las patatas. Este será el momento en que podremos comenzar a servir.